jueves, 7 de octubre de 2010

Origen etimológico de las palabras discriminar y discriminación








Informe elaborado para el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo), en el marco del Observatorio en Discriminación en la Opinión Pública de la Sociedad Civil  coordinado por el Lic. Pablo Gaiano.

Informe: Lic. Pablo Gaiano /Clara Hijano.
Recolección fuentes primarias: Clara Hijano

Índice
1- Introducción
2- Desarrollo
3- Orígenes etimológicos de la palabra
4- Propuesta de uso del término discriminar
5- La discriminación y sus categorías políticas asociadas
6- Definición operacional de discriminar



1- Introducción

Casi todas las palabras son polisémicas, es decir, aquellas que pueden asumir distintos significados, comprender su origen y evolución, nos pueden permitir, no solamente conocerlas con mayor detalle, sino entender ciertos usos ambiguos y hasta contradictorios que ellas pueden tener. El significado de las palabras tiene siempre una muy compleja evolución, donde entran en juego el uso que le otorga la población, los intelectuales y literatos, los científicos, los formadores de opinión o sectores dirigenciales y por último los lingüistas. Algunos términos en su evolución pasan a significar cosas opuestas a su origen, otros amplían su significado o pierden intensidad, en definitiva es muy variada la evolución que puede tener un significado, aún manteniendo su significante inalterado. Por ejemplo, las palabras soberano y soberanía originariamente se usaban como sinónimos de rey, pero esta palabra tuvo una transformación radical que produjeron los pensadores de la Ilustración (sobre todo J. J. Rousseau) y pasó a significar o estar asociada a pueblo o población, en sentido de “ciudadano”. El origen de la teoría democrática necesitó de esta transformación revolucionaria de la palabra. En los países republicanos se la usa solamente con esta acepción, pero en aquellos que conservan monarquías constitucionales el término alude al rey y a la población al mismo tiempo, es decir, tiene un uso ambiguo que se determina por el contexto de la frase. También se habla de individuo soberano o nación soberana en relación a que no depende de otras personas o países.
La palabra discriminación tiene, también, usos ambiguos y en los últimos años las Academias de letras de habla hispana han avanzado mucho en definirla como perjudicial para otros grupos humanos. Creemos que esta evolución debe apoyarse y profundizarse y que, por otro lado, la persistencia en el habla de un sentido ambiguo debilita la condena social que las prácticas que este término define o crea originan. Estos usos ambiguos se explican por su evolución.
Las palabras discriminar o discriminación son de utilización muy reciente. Ninguna de ellas aparece en el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián Covarrubias, (que data de 1611). Otro indicador de su uso reciente es que tampoco aparece en el Diccionario de Autoridades de 1734, antecedente directo del Diccionario de la Real Academia española actual.

2- Desarrollo

El primer uso de la palabra discriminar alude a cuestiones completamente despolitizadas y asociadas con “separar” o “dividir”. En el diccionario de la Real Academia española de 1925 aparece con la siguiente definición: “Discriminar: Separar, distinguir, diferenciar una cosa.” Curiosamente aparece como un colombianismo y un argentinismo. Es interesante sugerir que aunque no esté en el diccionario de Covarrubias y otros posteriores, puede ser un arcaísmo, debido que tanto en algunas regiones de Colombia y la Argentina se usa el “vos” en vez del “tú”. El voseo corresponde a un arcaísmo en español (no es –como comúnmente se cree– un invento argentino o de los gauchos) y la palabra discriminar tal vez se usara con esta acepción digamos técnica, luego desapareciera su uso y se reflotara en los últimos dos siglos. Para 1925 discriminación aparece como “acción y efecto de discriminar” y también aparece como un colombianismo y un argentinismo.

En el Diccionario de la Real Academia española de 1939, 1947 y 1954 se mantiene la mencionada definición.

El gran cambio lo encontramos en el Diccionario de la Real Academia de 1970. Aparece la primera acepción y una segunda con mayores contenidos políticos:

“Discriminar: Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra. // Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”

El diccionario de la Real Academia española de 1984 y 1992 mantiene ambas acepciones.
Esta nueva definición incorpora el problema de la discriminación en su sentido negativo, como perjuicio a terceros, pero mantiene la definición anterior neutra (“separar, distinguir, diferenciar”). Podemos decir que para 1970 la palabra es, por lo menos, ambigua manteniendo ambas acepciones. De todas formas la segunda de estas definiciones tiene dos problemas: el primero habla de “trato de inferioridad”, una expresión muy leve para lo que representa como opresión y negación de derechos la palabra en estudio, podríamos decir que este aspecto de la definición es un poco genérica. El segundo problema, y a mi juicio el más grave, radica en que siente la necesidad de elaborar un listado que no es exhaustivo y le agrega un etcétera. Entonces avanza en caracterizar a algunos afectados pero luego los restringe en un listado mínimo. Con lo cual estamos ante el problema de pensar a quienes abarca y a quienes no abarca la discriminación: el meollo de la cuestión. No casualmente constituye el mismo problema de nuestra ley número 23.592, que origina varias confusiones y debates, porque también tiene un listado donde deja importantes grupos discriminados excluidos. La segunda parte del artículo 1 de la citada ley reza: “A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión pública o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos”. Se excluye por ejemplo a los gays, las lesbianas, los trans, los ex combatientes de Malvinas y otros grupos que sufren una fuerte discriminación. Aclara que es “particularmente”, es decir, no “exclusivamente”. Con lo cual estamos en el mismo problema que la definición del diccionario, los grupos enumerados son un poco más, pero faltan algunos otros. Los jueces se pueden ver en el dilema de pensar en la letra de la ley o en el espíritu de la ley (en el sentido de Montesquieu) y aplicar la ley en forma extensiva o restrictiva.
Esto nos brinda un indicador importante en torno a pensar que muchos problemas de delimitación jurídica derivan de problemas de delimitación lingüística.
La propuesta de este trabajo trataría de solucionar este problema pensando una definición nueva de discriminación más abarcativa, sin ambigüedades y que evite la necesidad de elaborar un listado.

Por supuesto que esta primera incorporación de un sentido, que provisoriamente podemos llamar “político”, en el diccionario de 1970, registra las luchas que los grupos que sufrían la discriminación y segregación estaban llevando adelante y es un avance y una clara conquista de ellos.
Pero por suerte la utilización del término en estudio siguió avanzando y eliminando elementos ambiguos, por lo menos en sus aspectos asociados a su definición.

El Diccionario de la Real Academia de 2001 (vigésima segunda edición) produce otra gran evolución:
Discriminación (del latín discriminatio, -onis): “Acción y efecto de discriminar // En positivo: Protección de carácter extraordinario que se da a un grupo históricamente discriminado, especialmente por razón de sexo, raza, lengua o religión, para lograr su plena integración social”.
Discriminador, ra: adj. Que discrimina.
Discriminatorio, ra: adj. Que discrimina.

Discriminar: (del latín discriminare): Seleccionar EXCLUYENDO[1] // 2 Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

Esta nueva definición es más precisa, ya que se elimina la ambigüedad al quitar de la definición sus aspectos técnicos neutros asociados con separar o dividir. Apunta al meollo del problema de la discriminación al hablar de exclusión. La discriminación no es cualquier selección, implica una selección que excluye y por tanto daña de distintas maneras a la persona o grupo elegido. Y el daño muchas veces no es menor, ya que trunca carreras, elecciones afectivas y muchas otras opciones libres. Vuelve a repetir la definición en torno a “dar trato de inferioridad” y mantiene el listado con sus problemas referidos. Pero la primera definición, creo, es la más apropiada, porque la exclusión, en principio y en la gran mayoría de los casos, es contraria a la dinámica de los grupos y las personas en las sociedades democráticas.

Ahora vamos a rastrear brevemente el origen etimológico de la palabra, puesto que estos comienzos, muchas veces subvertidos, acompañan como un fantasma a las palabras y les brindan un contenido potencial subyacente. Como afirmaba Hegel “algo es el proceso de su producción”.

3- Orígenes etimológicos de la palabra

Guido Gómez de Silva[2]  define el término en estudio de la siguiente manera:
DISCRIMINACIÓN: “Acción y efecto de discriminar o distinguir; acción o efecto de discriminar o tratar como inferiores’: latín tardío discriminationem, acusativo de discriminatio (radical discrimination) ‘separación’, del latín discriminatus, participio pasivo de discriminare ‘dividir, distinguir’, de discrimin-radical de discrimen ‘división, distinción’, de dis-‘aparte, separar’ (véase dis) + indoeuropeo krei-men ‘juicio (véase crimen, escribir, mento)”.

En Commeleran y Gómez[3] encontramos las siguientes definiciones:

Discriminatio: Separación, división. Figura retórica llamada también paradiástole.

Nota al margen 1: Paradiástole: Sust. Fem. Figura retórica que consiste en usar en la cláusula, voces, al parecer de significación semejante, dando a entender que la tienen diversa.

Discriminatus: separado, distinguido, distinto.

Discrimino: (ar, are, atun): Discrimen: separación.

En el diccionario de J. Corominas ni siquiera está la palabra en ninguna de las dos acepciones[4].

Vemos que tenemos un árbol de raíces etimológicas, una primera latina y una segunda, más antigua, que es indoeuropea. En las raíces etimológicas del latín, la discriminación tiene que ver con su primera acepción en épocas modernas (la que señalan los diccionarios citados hasta 1970): “separar, dividir, distinguir”. Pero vamos a ir hacia atrás y ver otra raíz indoeuropea donde hemos encontrado algo muy interesante. Si volvemos al diccionario etimológico de Guido Gómez de Silva , una raíz de discriminar tiene que ver con: “discrimin-radical de discrimen ‘división, distinción’, de dis-‘aparte, separar’ + indoeuropeo krei-men‘: juicio. Si quitamos “Dis” (“enfermo o malo” en latín), queda CRIMEN. Crimen deriva de la palabra latina idéntica: Crimen que quiere decir culpa, acusación, decisión judicial en el latín antiguo, y evoluciona a sinónimo de asesinato. La raíz indoeuropea es KREI-MEN: “acción o efecto de cribar, separar”. Krei deriva de SKERI que también quiere decir “cribar, tamizar”. Men es “producto o resultado de una acción”. Como dijimos, en la actualidad, crimen se define como delito grave o asesinato. Resulta claro entonces que una de las raíces (muy lejanas) de la palabra discriminación se asocia a la palabra actual crimen. Entonces podemos hacer hincapié en esta raíz y plantear que la discriminación es un crimen y proponemos concentrarnos en este elemento negativo de la palabra y lograr una definición centrada en este núcleo. No es exagerado remarcar que cada vez que nombramos la palabra discriminación, nos referimos en su núcleo la palabra crimen. Para afirmar las últimas definiciones más políticas, y resignificar la palabra, vamos a apelar a su raíz latina e indoeuropea (o para ser más precisos a uno de sus componentes). Creemos que si en la definición de la palabra remarcamos sus componentes negativos, lograremos una mayor condena social e institucional y contribuiremos a erradicar –o por lo menos disminuir– las prácticas que esta palabra origina.


Nota al margen 2: Decir “las prácticas que esta palabra origina” implica una cuestión epistemológica importante entre dos posiciones una idealista y otra materialista, si primero existe algo y luego se denomina, o la definición de algo lo hace inteligible y por tanto no tendríamos definiciones “fuera” o “antes” del lenguaje y por consiguiente es este quien nos moldea la realidad. De ahí la famosa frase de Nietzsche: “es el observador el que crea o define el objeto observado”. Esta última visión estaría en la raíz de gran parte de las teorías comunicacionales modernas en torno al “discurso” (en el sentido de G. Genette y Derrida) como moldeador o creador de la realidad. Wittgenstein planteaba su famoso ejemplo en torno a que las peras y las bananas no saben que son frutas, y esta categoría existe porque la ha creado el hombre.

4- Propuesta de uso del término discriminar

Proponemos que el INADI enfatice las últimas definiciones del diccionario de la Real Academia de 2001 –la discriminación como exclusión–, con algunas pequeñas modificaciones, y trabaje de distintas maneras para que las expresiones corrientes o coloquiales en torno al uso de la palabra discriminación como “división” caiga en desuso.

Discriminar en la primera acepción (como separar, dividir, etc.) todavía la usan los estadísticos y mucha gente del común en el lenguaje corriente. Pero tenemos otras palabras en castellano que cubren bien esa primera acepción. A veces se usa discriminación como clasificación, como ordenamiento numérico y otras cuestiones asociadas. Creemos que esas palabras pueden comprender las actividades referidas por sí solas, sin el uso erróneo de la palabra discriminación. Y sobre todo, evitaríamos el uso ambiguo de la palabra discriminar.

El hecho de que todavía perviva en el habla corriente un uso ambiguo de la palabra discriminar debilita su condena social.

Pero creemos que todavía debemos avanzar un poco más y pensar una nueva definición de discriminación, que explote con mayor profundidad el origen etimológico del núcleo de la palabra. Como hemos visto, el núcleo de la palabra se asocia con crimen. Y es el núcleo que creemos más pertinente. Porque la discriminación en sus grados más extremos puede producir la muerte de los grupos discriminados. Discriminar no es simplemente separar, es excluir. La exclusión, como es sabido, tiene distintos grados, y la mayor exclusión que puede padecer un grupo humano es ser exterminado. En esto, lamentablemente no estamos usando la imaginación, la humanidad tiene experiencias atroces de exterminio masivo de parte de su población. La Shoá a los alemanes judíos comenzó con discriminaciones que fueron subiendo de intensidad. Originariamente se difamaba a los alemanes judíos acusándolos de conspirar a nivel internacional. Luego se los acusaba de haber traicionado a Alemania durante la Primera Guerra Mundial. Se siguió con una política de hostigamiento y agresión física. Con el advenimiento del nazismo al gobierno y el engendro constitucional que dictaron, se les quitó la ciudadanía y por tanto se los extranjerizó. La escalada discriminatoria continuó: estas reformas permitieron llevar adelante una política sistemática de marginación y privación, luego advino el confinamiento en guetos, el aislamiento casi completo y el hambre y por último los campos de exterminio. Esta escalada descripta puede comenzar por una descalificación o inferiorización leve y terminar en exterminio. El genocidio armenio comenzó de manera parecida: se los acusó de traicionar a Turquía en la guerra, luego se exterminó a los intelectuales y por último a la población en general. Durante la Conquista española, se ordenaron matar a varios integrantes de los pueblos originarios por ser homosexuales. Y, lamentablemente, la lista de exterminios masivos es muy extensa desde las purgas stalinistas hasta llegar a las más recientes en Camboya y Ruanda.

Hablar entonces de discriminación no es hablar de un tema menor, sino de una de las prácticas más criminales que ha tenido la humanidad. Discriminar no es cualquier “diferenciación”, sino una exclusión que puede terminar de la manera más brutal. Por suerte no siempre se dan los procesos descriptos anteriormente.

Creemos que asociar la palabra discriminación con crimen es el entramado más adecuado, debido a su raíz etimológica, primero, pero sobre todo a las prácticas que esta palabra puede originar.

Provisionalmente vamos a proponer una definición que modifica levemente la última definición de la Real Academia de 2001, pero incorpora estos componentes que acabamos de explicar:
Discriminar: Seleccionar EXCLUYENDO. Privar de derechos igualitarios y en sus formas más extremas puede implicar exterminar al grupo o a sujetos que padecen la discriminación. // 2 Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

Nota 3: La frase en negrita es la modificación que se propone.

Ahora quisiéramos abordar la segunda definición. En torno a enumerar un listado luego de hablar de trato de inferioridad. El hecho de necesitar una enumeración creo que está en relación a la ambigüedad que atravesó esta palabra durante un tiempo, que significaba tanto dar un trato de inferioridad como simplemente separar. Al ser ambigua, es una palabra que necesita precisarse con un listado. Estas enumeraciones que nunca son exhaustivas generan los problemas que señalamos en torno al “listado” de la ley 23.592. Es como si la palabra tortura tuviera un significado negativo y otro positivo o neutro. La palabra tortura tiene una carga negativa completa porque su negatividad no ofrece ambigüedades. Cualquier ley que hable de abolir la tortura no tiene que aclarar todas las partes del cuerpo y la mente que pueden ser torturadas. Si la palabra tortura significara algo malo y algo neutro o bueno al mismo tiempo, perdería la fuerza negativa y condenatoria que tiene.
Si la palabra tortura significara “maltratos y daño físico en algunas partes del cuerpo”, pero no en otras y a la vez significara “palmadas en el hombro”, su condena para una mirada democrática no sería tan taxativa y siempre se estaría en la necesidad de enumerar las partes del cuerpo que pueden ser maltratadas y entran dentro de la definición, y aquellas que no. Toda enumeración tiene implícito excluir a los no enumerados y genera problemas bizantinos en torno a los incluidos y excluidos dentro de la enumeración. Todas las clasificaciones, por ejemplo las de animales, tienen el problema clasificatorio de “los animales que se agitan como locos” del cuento de J. J. Borges: “El idioma analítico de John Wilkins” –que precisamente inicia Las palabras y las cosas, de Michel Foucault– y metaforiza los problemas de toda clasificación.

Esta reconstrucción que proponemos para la segunda definición del año 2001 busca evitar la enumeración y ser más abarcativa. Ahora vamos a tratar de entender por qué la palabra evolucionó de la manera que acabamos de describir y para ello recurriremos a algunas categorías politológicas asociadas a ella.


5- La discriminación y sus categorías políticas asociadas

Es la teoría democrática de la Ilustración la que hace equiparable la desigualdad a la opresión y los términos igualdad y libertad pasan a ser términos de equipolencia que se retroalimentan entre sí. Se es libre en la medida que se es igual, y es la igualdad la que garantiza la libertad. Las sociedades anteriores a la Era Moderna (o anteriores a la Ilustración) eran sociedades jerárquicas, y por tanto las desigualdades de distinto tipo se consideraban como “naturales”. Es la teoría democrática moderna la que hace la desigualdad equiparable a opresión. Por supuesto, hasta dónde abarca la igualdad, si es solamente ante la ley o también en sus componentes económicos y sociales, dependerá de las ideologías originadas por la teoría democrática (liberalismo, democracia radical, socialismo democrático, comunismo).
Podríamos decir que cuando se generaliza la democracia, como regímenes políticos y como sistemas de valores en la sociedad, se comienza a crecer la importancia de la lucha contra la discriminación. O para ser más precisos, cuando los grupos de opinión más activos comienzan a adquirir visibilidad, la discriminación empieza a incorporarse a la agenda política y legislativa de cada país. Por tanto afirmamos que la lucha contra la discriminación es la democracia por otros medios, más refinados y sofisticados, y que esta lucha logrará sus objetivos más altos al mismo tiempo que produzca una democracia avanzada donde se concrete efectivamente la igualdad y la diversidad. Estos movimientos, si bien comenzaron en el siglo ante pasado originariamente con demandas feministas por la igualdad (lucha por el sufragio), tuvieron un gran auge a partir de 1960 y 1970. Precisamente en este período, vemos las modificaciones en la definición de discriminación que acabamos de repasar.
Pero deberíamos hacer esfuerzos teóricos y prácticos para que la igualdad y la diversidad no antagonicen y ciertos grupos logren, al mismo tiempo, integrarse manteniendo su identidad. Antes se creía que la igualdad implicaba la absoluta homogenización del grupo integrado, pero una integración que respete la diversidad debería buscar la homogenización de los grupos sin perder su identidad. Por ejemplo si pensamos en los pueblos originarios argentinos, sería positivo que al mismo tiempo que mantienen su idioma (los que todavía lo conservan), aprendan castellano, para integrarse mejor al mercado laboral y tener parámetros razonables de igualdad y desarrollo económico con el resto de la población. Es un proceso más complejo que la simple asimilación como se buscó en las etapas de formación de los estados nacionales. Este tipo de integración les permitirá también abarcar horizontalmente otras demandas no específicas de sus grupos pero que también los afectan. Algunos grupos sufren discriminaciones superpuestas: por pobres, por mujeres y por pueblos originarios. Articular sus demandas específicas con demandas colectivas masivas es uno de los caminos en los cuales creemos se puede afianzar la libertad (leído como derecho a mantener la identidad que se elija) y la igualdad como los tantos derechos que varios grupos discriminados reclaman (el derecho a la paridad salarial, matrimonio para todo tipo de parejas, etc.).

En la Argentina el principal grupo discriminado son los pobres. El INADI ha realizado encuestas en todas las provincias, construyendo un mapa de la discriminación y luego ha trabajado en consolidar esos datos en un informe general. Los pobres como grupo, a la vez, abarcan muchos otros grupos; por tanto, a veces, cuando se habla de grupos discriminados, se refiere a un porcentaje muy amplio de la población y, por otro lado, de personas que pueden padecer varias discriminaciones a la vez. Por todo esto, no tiene mucho sentido pensar en una enumeración de grupos discriminados, cualquier persona o grupo puede ser “construido” como “discriminable” por el discriminador.
Por tanto, debemos encontrar una definición que evite la necesidad de la enumeración. Para eso, debemos primero eliminar los elementos ambiguos en la definición de la discriminación como realizamos en páginas anteriores. Y ahora vamos a proponer una definición más general que evite la necesidad de listados y rescate la evolución del término desde sus componentes más democráticos. Lo que en definitiva queremos señalar es que la discriminación como categoría teórica deriva del concepto de democracia y sus componentes y se asocia entonces con uno de los productos más genuinos de la democracia: la ciudadanía. En la medida que más grupos quieren integrarse en el concepto de ciudadanos en su sentido más amplio, es decir, como libres e iguales, y el estado u otros grupos se lo impiden, aparecen más grupos discriminados. Potencialmente siempre pueden aparecer nuevos grupos discriminados (y nuevas formas de discriminación), y por tanto deberíamos evitar en toda definición, y toda ley antidiscriminatoria las enumeraciones.

6- Definición operacional de discriminar

Prácticas de exclusión y privación que tienden a menoscabar u obstruir derechos e intereses de todo tipo, de integrantes de un grupo humano en forma individual o colectiva. En sus formas más extremas puede buscar matar o exterminar a quienes son objeto de la discriminación.

Creemos que esta definición es suficientemente general como para no necesitar ningún listado, al mismo tiempo que tiene en cuenta que la discriminación en sus modalidades más extremas tiene un componente que se asocia con las raíces latinas e indoeuropeas de la palabra que se asocia con crimen.

Por otro lado, proponemos que se deje de utilizar la fórmula “discriminación positiva”, ya que la palabra en estudio definida en toda su negatividad no debería estar asociada a una política que busca garantizar la igualdad real de oportunidades. Se puede hablar de “políticas compensatorias”, “políticas de construcción de equidad real” u otras denominaciones, pero no asociar la discriminación con una política reparadora.

En el anexo proponemos una política del INADI desde la cual se puede intentar trabajar estas definiciones, pero por supuesto, los caminos son muchos y no uno solo.


La lucha contra la discriminación, la visibilización del tema en el mundo y en la Argentina ha tenido un gran auge en los últimos años, esto ha sido muy favorable para la causa antidiscriminatoria, pero ha producido un proceso de inflación en la utilización del término muy grande.
El problema que tiene esta inflación en el uso del término radica en que se la usa de una manera tan general, que discriminación pasa a ser todo. Y si la población cree que discriminación es todo, no termina siendo nada concreto y al mismo tiempo que se denuncian muchas prácticas que no son discriminación otras quedan ocultas. La palabra pasa a ser un comodín y los comodines en el lenguaje pierden fuerza.

Entonces al problema de la ambigüedad en el uso del término (discriminación como separación o clasificación y discriminación como inferiorización) le podemos sumar en el uso corriente del término la inflación referida que termina haciendo perder especificidad al término.

En la próxima investigación del Observatorio vamos a tratar de clasificar los usos del término en distintas declaraciones públicas y en el habla corriente (por medio de estudios cualitativos) para comprender cómo se usa el término en la población.


Lic. Pablo Gaiano


[1] El destacado es nuestro.
[2] Gómez de Silva, Guido, Breve diccionario etimológico de la lengua española, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1995.
[3] Commeleran y Gómez, Francisco, Diccionario latino-español, Madrid, imprenta de Perlado, Páez, 1912.
[4]Corominas, J., Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1954.
(Septiembre de 2009)

viernes, 1 de octubre de 2010

Carta Fundacional












Fundación Paridad y Diversidad contra la Discriminación

Objetivo principal

Trabajar para erradicar las distintas formas de discriminación, en particular aquellas que se superponen entre sí, generando formas potenciadas de discriminación y violación a los derechos humanos. Esto es, luchar contra la discriminación y la violación de los derechos humanos en todas sus formas, y colaborar en la construcción de una ciudadanía democrática.

Objetivos específicos

- Trabajar con las llamadas discriminaciones superpuestas, esto es, cuando un grupo o persona es discriminado por excusas que se potencian entre sí.

- Trabajar por la inclusión y el acceso a una ciudadanía plena por parte de los sectores pobres, principal grupo discriminado en la Argentina. 

- Luchar por la igualdad real – especialmente en sus aspectos civiles- de todos y todas.

- Impulsar procesos de inclusión y construcción de ciudadanía.                                     

- Visibilizar y trabajar para disminuir y erradicar  las formas más arraigadas de discriminación en la argentina: el sexismo, el antisemitismo, el “racismo social”, desde una visión federal incluyendo las discriminaciones interprovinciales, a gays, lesbianas, trans, inmigrantes, y todos los grupos que se consideren discriminados.

- Trabajar por la paridad real de mujeres en todos los ámbitos, y muy especialmente en el laboral (tanto en poder como en remuneraciones).

 - Organizar y difundir los distintos ámbitos y actividades artísticas que han luchado y luchan contra la discriminación.

- Luchar contra la discriminación para afianzar las prácticas e instituciones democráticas, sin sectarismos y sin fundamentalismos.

- Generar diagnósticos científicos (cuantitativos y cualitativos) para comprender las viejas y las nuevas formas de discriminación, partiendo de la investigaciones realizadas en Argentina y en América Latina.

- Elaborar modelos de políticas públicas antidiscriminatorias adaptados a la necesidades y los recursos argentinos.

- Trabajar para evitar la retirada completa del estado de los sectores aislados o marginados, ya que la ausencia completa del estado constituye una violación de derechos humanos por omisión.

Breve diagnóstico sobre la discriminación en argentina:

Desde la fundación del INADI y varias ONGs que han trabajado contra la discriminación, la cuestión de la lucha contra la discriminación y la concientización sobre sus daños a la sociedad y a la democracia ha avanzado de manera importante. En 2010 la discriminación es parte de la agenda de medios, las empresas privadas y el Estado de manera significativa. La mayoría de la opinión pública argentina reconoce la importancia de la lucha contra la discriminación.

Desde la reinstauración de la democracia se ha sancionado un cuerpo de leyes  antidiscriminatorias (siendo una de las más importantes la ley 23.592), lo que ha significado un avance, aunque ha sido insuficiente. Es todavía necesario recorrer un largo camino para erradicar las distintas formas de discriminación.

Muchas ONGs han trabajado y trabajan con ahínco para erradicar las distintas formas de discriminación y han abierto un espacio de debate que ha sido decisivo para erradicar el flagelo de la discriminación. Sin emgargo, en general creemos que estamos en un escenario donde, después de trabajar las discriminaciones más explícitas, se avecina una época donde se podrá trabajar las formas de discriminación más arraigadas y también más difíciles de erradicar. Estas son las discriminaciones superpuestas, aquellos grupos humanos o personas que se los discrimina por varios motivos a la vez.

En general, las ONGs existentes por su origen y naturaleza trabajan desde su –legítima y necesaria- parcialidad, a veces en colaboración con otras parcialidades similares, pero pocas veces pueden abarcar lo que podemos llamar discriminaciones superpuestas. ¿Adónde debería recurrir alguien que es discriminado por ser mujer, pobre y de pueblos originarios? Si se discrimina por un ítem se puede discriminar por varios, y estas discriminaciones agravadas necesitan un tratamiento de políticas públicas y legislativas específicas. Por lo tanto, creemos que la función central de nuestra Fundación, en colaboración con otras ONGs, es trabajar la cuestión de las discriminaciones superpuestas y su inclusión en la agenda pública.

Según las encuestas, el principal grupo discriminado en la Argentina, son las personas en situación de pobreza. Este tipo de discriminación es madre de otras discriminaciones, y la de mayor importancia en nuestro país.

La discriminación es una violación a los derechos humanos de las más persistentes, porque la puede producir el Estado con su accionar, pero también el Estado con su no accionar. Aquellos grupos humanos que no reciben nada del Estado –en general las personas en situación de pobreza- también ven afectados severamente sus derechos. Las personas en situación de pobreza son aquellos grupos humanos, muchas veces mayoritarios, en donde la discriminación se multiplica  generando excusas para discriminaciones superpuestas.


Instrumentos

- Se busca trabajar en instrumentos de concientización, diagnóstico y de políticas públicas concretas, tanto en proyectos de ley  contra la discriminación, como en programas para escuelas e instituciones públicas y privadas.

-  La función de los distintos ámbitos artísticos y culturales ocupa un rol central en la lucha contra la discriminación ya que gran parte de ellos han trabajado en visibilizar o denunciar prácticas discriminatorias. El mismo lenguaje, moldeado por el habla popular y la literatura, es un instrumento que puede ser cómplice de la discriminación, o muy por el contrario, combatirla.

- Generar diagnósticos científicos (cuantitativos y cualitativos) para comprender las viejas y las nuevas formas de discriminación, partiendo de la investigaciones realizadas en Argentina y en América Latina.

- Impulsar el tema y las políticas anti discriminatorias como políticas de estado a las cuales puedan sumarse todos o la mayoría de los partidos políticos democráticos desde sus particulares visiones. Impulsar una agenda básica  de lucha contra la discriminación que actualice el plan nacional contra la discriminación.
  
- Trabajar la discriminación desde parámetros argentinos, especialmente en torno a las personas en situación de pobreza, y esa peculiar discriminación a las mayorías populares, que consideramos un racismo social que superpone varias formas de discriminación. Asimismo, abordar el tema desde una visión federal, incluyendo las discriminaciones interprovinciales.

- Trabajar la capacitación y la difusión de las leyes anti discriminatorias, nacionales e internacionales.

- Generar programas inclusivos que capaciten en derechos y accesibilidad a los distintos ámbitos del estado.